domingo, 5 de noviembre de 2017

The Deuce: el mejor trago de HBO

Retratar el nacimiento del universo porno en la Nueva York de principios de los ’70 es lo que movió al nuevo producto de David Simon, el cual pinta a la perfección las calles crueles de esa fascinante y compleja época de Manhattan, convirtiéndose ya en favorita de la temporada.

Netflix se la ha puesto difícil a todos sus competidores, principalmente porque tiene mucho material para relucir, sin embargo, aún no logra meter alguna de sus producciones en los listados de “históricos”, de aquellos relatos que la gente ha premiado con altas sintonías y con cultos, incluso, posteriores a su final. Casi todas las listas especializadas coinciden en que “The Wire” es la mejor serie de televisión de la historia, producto que tuvo como cerebro a David Simon, quien sorprendió al mundo, en 2015, cuando anunció que estaba trabajando el rodaje de su nueva propuesta para HBO: “The Deuce”. Ésta ya ha finalizado su primera temporada y sólo ha sacado aplausos, logrando renovación al segundo capítulo.

“The Deuce” se basa en la fuerza de dos tremendos protagonistas, James Franco y Maggie Gyllenhaal, y en las temáticas relativas a la prostitución y la pornografía en la Nueva York de los años ’70; a estos atractivos elementos, le sumamos la lógica narrativa de David Simon, la que se basa en atraer a ese espectador no multitudinario, no de ojo simplón, sino a aquel que requiere de madurez, altura de miras y de comprensión de todo un universo, porque Simon es eso, un creador de universos más que un narrador tradicional. Con esta combinación es fácil salir vencedor.
En la propuesta hay decenas de personajes y la idea era observar cómo se relacionaban las prostitutas, los tratantes de blancas, la policía corrupta, los mafiosos, los pornógrafos, los estudiantes de la época, en un lugar que hoy es muy turístico, pero que hace 40 años permitió la gestación de la industria porno en Estados Unidos. Volviendo a los personajes, todos terminan funcionando en torno a sus propias necesidades, son mezquinos, y sólo viven su mundo.
James Franco es la cara más visible y porque hace de todo: productor, director del 3er y 7mo episodios e interpreta un doble papel.


Pero la otra gran protagonista es Candy, una prostituta interpretada por Maggie Gyllenhaal y quien es la que carga con el peso dramático de la temporada. Franco, en cambio, es un barman con conexiones con la mafia y, luego de varios capítulos, comprendemos que será factor de un gran cambio en el mundo de la prostitución callejera. Sin embargo, hay que señalar que no posee una versatilidad que justifique que él mismo represente a dos personajes; su actuación hace ver mucho mejor a Ewan McGregor, por ejemplo, cuando le tocó hacer la misma labor en "Fargo". El resto del reparto es variopinto, bien elegido, bien caracterizado y son muchos los personajes que tienen protagonismo en la trama, aunque querramos entender que Franco y Gyllenhaal sobresalen más, el guion estructura las acciones de manera compartida, sumando acciones de todos para lograr formar este universo.

La estética de la serie es extraordinaria y se ancla en el cine setentero, el cual ayudó a construir la memoria histórica. Es fácil apreciar matices del Scorsese de “Taxi Driver”, pero también de “Cowboy de Medianoche” de John Schlesinger, de “French Connection” y “Distrito apache del Bronx”, algunas de ellas citadas por MacLaren y Gyllenhaal como filmes que revisaron antes de ponerse a trabajar. En  el trabajo de Maclaren, se aprecia el esfuerzo por transportar al espectador a la dureza de esas calles, a mostrar la escena lo más setentera posible usando el grano, los travellings, la ambientación repleta de detalles de dirección artística, los que solo hablan del profesionalismo tras el proyecto.



Y la BSO? es simple. La mejor de una serie este año. Y habrá que revisarla en un punto aparte. porque lo merece.



El cómo se contó esta historia tiene un refuerzo extraordinario en el metalenguaje, la estilística y las actuaciones, lo que ayudó a una mejor comprensión del producto. Simon es un  representante de una televisión de calidad a través de esta propuesta brusca, que no matizó en absoluto los grises de la época, siendo brutalmente realista con la cruel violencia de género, mezclada con homofobia y corrupción. Todo ese cóctel nocivo, preparado por expertos, sirvió para ejemplificar de dónde surgió una industria que significó la salvación para muchas mujeres de la calles. Historia dura, contada con ojo crítico y no con un punto de vista retrospectivo, trago amargo pero triunfador. Ese, para mí, es el gran aporte de Simon.

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