martes, 19 de septiembre de 2017

Twin Peaks: el capricho de Lynch

Cuando David Lynch emprendió el proyecto, en 1990, era un cineasta experimental y fascinado con el surrealismo. Cuando conoció a  Mike Frost decidieron usar la experimentación a través de una serie coral, con multiplicidad de personajes en constante cambio, pero con contenido riesgoso e indescriptible. Así nació la antigua "Twin Peaks", congelada 25 años y que regresó, este 2017, para ser el fenómeno televisivo más indescifrable de los últimos años.

A cualquier crítico o fanático del fenómeno televisivo y las series propiamente tal, "Twin Peaks" fue un verdadero desafío. Reseñarla ha sido un completo entuerto, porque estamos hablando de un proyecto que revivió, en 2014, a través de un tuit y que prometía devolver al presente una obra  que reúne los ápices de un artista loco al cual Hollywood, desde 1990 en adelante, siempre le ha tenido respeto,  sobre todo después que “Terciopelo Azul” (1986) generó un espacio para visiones más independientes. 
La fanaticada de "Twin Peaks", incluso 25 años después, se puede dividir en aquellos que disfrutaban de la poesía audiovisual que construían sus tiempos y formas cinematográficas, y otros que sólo buscaban atar los cabos de la historia. Este doble juego ha sido, muchas veces, la base de las propuestas del cine de Lynch, corriendo el riesgo de aburrir a quienes no logran desenmadejar el rollo y de alucinar a los que siguen el camino de migajas de pan.
No quiero detenerme en comentar la base de "Twin Peaks" pero sí en señalar que esta tercera temporada fue toda una experiencia, sin duda la más compleja, llamativa, atractiva, para cualquier fan del género “series”. La combinación de la belleza de las locaciones, el elenco y la música (superlativo Angelo Badalamenti), sumada a todos los secretos  que escondían siempre algo peor, y a un par de escenas oníricas y surrealistas, crearon un impacto visual difícil de explicar. La sensación era la de estar frente a algo que era reconocible en estilo, pero cuyo ritmo y clima difuso la hacían demasiado vanguardista, incluso para 2017. "Twin Peaks" era más que la continuación de un clásico. Y al mando de todo estaba  David Lynch, con 71 años y total libertad creativa, repasando  sus obsesiones estéticas, temáticas, e instalando momentos que incluso nos remitían a otras obras de su filmografía.


Uno de los puntos altos de todo el visionado, fue cómo logró un efecto emocional duradero en la audiencia a través de buenos momentos de silencio, de letargo, con largas escenas en las que sólo nuestros sentidos eran desafiados, no nuestra comprensión lineal de una trama en desarrollo. El suspenso fue  efectivo presentado a través de la calma. Otro unto relevante fue la gran cantidad de momentos incómodos en los que los personajes no hacían nada porque estaban atrapados en un trance mental que jugaba con su moralidad y los llevaba, incluso,  a la locura. Hubo capítulos realmente antológicos, como los primeros 15 minutos del tercer episodio, que describían un hermoso viaje entre dimensiones, o  el cuarto episodio, el que fue pura comedia y con un momento brillante dedicado a Marlon Brando (en la piel de Michael Cera); o aquel emotivo, dedicado a la figura de David Bowie, y así podríamos seguir descifrando el por qué cada capítulo fue un viaje de sensaciones, al que estuvieron invitados una gran cantidad de músicos reconocidos, los que terminaban cerrando cada capítulo y dejando las emociones por lo alto. Era difícil olvidarse del episodio, trascendía por la emocionalidad que provocaba en cada cual.



El clásico relato del director, con identidades disociadas, con estructuras que se repiten  y tiempos que no  corresponden, sentaron las bases del mayor fenómeno televisivo del año. ¿Vamos a decir que fue la serie del 2017?, los fans estudiosos de la estructura fílmica dirán que sí, sobre todo aquellos que gustan de la ciencia ficción pues están más acostumbrados a este tipo de recursos que, sin embargo,  Lynch jamás dará por sentado. pero también quedaron en el aire elementos más perturbadores. ¿Por qué la carta de despedida de Diane a Cooper está firmada como de Linda para Richard?. ¿Dónde nos situamos, en el final,  a nivel narrativo y existencial?, esa es la angustia que rodea todo este viaje llamado "Twin Peaks": la desesperante idea de que la persecución será eterna,  un viaje sin destino conocido a través del tiempo y donde cada parada obedecerá a una lucha entre el bien y el mail y sabemos que, en el universo de Lynch, el Mal siempre corre con ventaja.
Toda esta temporada fue un verdadero capricho del director, hasta su rol como jefe del FBI, sin embargo, en el global del análisis, todos los elementos inconexos corresponden a su libertad descontrolada, la que jugó con las audiencias y desafío a todo lo que la actualidad señala como “conocido” en el mundo de las series de televisión. Ya por eso, salió ganadora.

"El buen arte sólo genera preguntas".

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