viernes, 9 de junio de 2017

“The Leftovers”, honesta hasta el final

El último episodio de "The Leftovers" no solamente probó la cantidad de inspiraciones y personas que formaron parte del proyecto, sino el objetivo de Lindelof  de no tener que pasar el resto de su vida respondiendo preguntas sobre el final, tal como le ocurrió con el final de “Lost”.


Has dedicado mucho tiempo a una serie, estás deseando saber cómo acaba, cómo se resuelve todo, pero al mismo tiempo no quieres que termine; nerviosismo puro eran las horas previas al final de una excelente serie, alabada por la crítica pero no tan comprendida por el público en general.
Pero, bueno, este desenlace fue explícito dentro del esquema de “The Leftovers”, una serie que podría enmarcarse dentro del impresionismo emocional, donde las figuras y las tramas no importaban tanto como las sensaciones que evocaban. Cada episodio era una cápsula de desolación, desconcierto y abandono. 
“The Leftovers” ha terminado. La serie de HBO creada por Damon Lindelofy Tom Perrotta, basada en el libro homónimo de éste, completó un viaje de tres temporadas donde conocimos el drama de personajes rotos, devastados por sus pérdidas, y sus esfuerzos por hallar paz y seguir adelante. En algunos pasajes, la búsqueda de sentido a lo ocurrido y a la vida era abrumadora, devastadora, siempre nos puso a prueba como espectadores.

Después de 28 capítulos, la serie fue el viaje de Kevin y Nora hasta entenderse y aceptarse. Cómo se conocieron, cómo se enamoraron, cómo lucharon por superar su dolor, estar juntos , destruirse y recomponerse como piezas de rompecabezas buscando encajar. Esta historia de amor siempre fue la obsesión de Lindelof, porque al fin y al cabo, Nora Durst estaba dispuesta a meterse dentro de una caja transparente y radiarse hasta la incineración para descubrir si podía viajar donde estaban sus hijos. Acá destacamos a la impresionante Carrie Coon, dándolo todo, y cargada de detalles increíbles, dejados ahí por los guionistas para provocar la duda, para que nos preguntáramos si realmente nos dijo la verdad. Esa mujer, que estaba preparando el desayuno cuando su marido y sus hijos desaparecieron sin explicación, necesitaba  a una actriz capaz de hablar con la mirada, de proyectar sólo con palabras esa búsqueda de significado. Y Justin Theroux, quebrando estereotipos de actor guapo, se metió en la piel de un hombre que fue aceptando su dolor y cubrió de un aura especial a Kevin, el que esta temporada estuvo más dispuesto al humor, mostrándose reconciliado y transmitiendo al espectador una tranquilidad que no sentimos antes.



El poder de las historias
Ésa es la mayor apuesta de Lindelof y Perrotta, su mayor triunfo. No vemos lo que se cuenta. Sólo tenemos a un personaje narrando su verdad. La serie no quiere dar respuestas claras, no quiere tener una sola manera de entenderse. Pero es honesta, tanto si quieres creer en la fantasía como si piensas que hay una explicación lógica. Todos los manuales de guiones dicen que la acción debe mostrarse, pero aparece “The Leftovers” a demostrar que esas reglas están para romperse. Este final fue digno y coherente pa4ra una serie difícil de definir y recomendar, porque la primera temporada no fue tan extraordinaria como la segunda, debido a la gran dirección de Mimi Leder, quien exprimió su simbología hasta el último momento pero igualmente la hizo más simple sin sacrificar la crudeza de los acontecimientos.


Su mayor virtud? que cada episodio fue una obra de arte conceptual, un estudio sobre la necesidad del ser humano de apoyarse en un sistema de creencias, por ridículo que sea. Cada espectador lo apreciará a su modo. Asi es como “The Leftovers” se despidió como un lienzo sobre aquellos hechos que no somos capaces de entender.


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