sábado, 19 de noviembre de 2016

Arrival: la comunicación como expresión, el arte como herramienta

Hablemos claro: 2016 no ha sido el mejor año de Hollywood. Las recaudaciones no han sido las esperadas y se ha constatado que la industria no ha logrado capturar el interés con propuestas nuevas, siguiendo erróneamente las fórmulas que sólo sean eficaces y ya estén probadas.


A estas alturas del año, aún no podía descubrir LA película que rompiese esquemas o entregara una sensación de incomodidad. No sé si “Arrival” sea esa película porque el film se ajusta a fórmulas conocidas, ya sea por su descripción genérica o por los rasgos de su autor. Incluso posee, a ratos, ese olorcillo indie que atraerá a todos los que escaparon de “El dia de la Independencia” o “Contraataque”.
Lo que sí puedo afirmar es que la película de Denis Villeneuve (“Sicario”, “Prisioners”) reúne todos los atractivos para atraer a  un amplio espectro de público. Por un lado permite, a quienes necesiten de ”trampas” intelectuales para ir a verla, analizar aspectos psicológicos y culturales que sustentan la trama. Y  también provocará el diálogo entre aquellos que gustan de escudriñar el argumento o sorprenderse con la audaz puesta en escena de Villeneuve, un director muy eficaz a la hora de crear atmósferas raras para potenciar su guion. En resumen, esta “Arrival” sería de esas " películas inteligentes" que Hollywood produce de vez en cuando, porque te hace reflexionar a través de un camino lleno de luces y efectos digitales.


Está claro que un punto alto del film es la dirección. Villeneuve exprime, a través de su cámara, todas las posibilidades de lo extraño y, cuando ese recurso se agota, acude a los demás flancos de una película con grandes dosis de reflexión social y política. Pero lejos de dejarse llevar por estos aspectos, devela el gusto del director por el thriller potenciado por las fracturas psicológicas del mismo, porque en la película cada país reacciona de una manera diferente a la llegada de los extraterrestres, aunque la perspectiva de Villeneuve y el guión de Eric Heisserer (“Destino Final 5”, “Nunca apagues la luz”) nos trate de mantener siempre bien concentrados en el punto de vista de Louise. La película es un círculo dinámico que va de lo personal a lo colectivo y vuelve a lo personal, rompiendo las barreras entre ambas porque el mensaje que Villeneuve quiere entregar es revelar algo profundo sobre la verdad humana y esa verdad es planteada en dos pilares centrales: la exultación de la comunicación como sostén de toda la existencia humana (y sus flancos políticos y morales); y por el otro, un estudio de la pérdida de un ser querido equilibrado con dosis de romanticismo y fatalidad.

Si “Arrival” consigue emocionar, es gracias al excelente trabajo de una sobresaliente Amy Adams como una científica que busca su camino, cruzando en medio de un huracán emocional y existencial. Adams pertenece a esa clase de actriz de dureza sutil, de un coraje que nace desde la más absoluta fragilidad. Un gran detalle del cual un buen cinéfilo se habría percatado, es cómo Adams nos recuerda a otra gran actriz de este tipo de películas: Jessica Chastain. No me diga que no asociaron a Louise Banks a esos roles encarnados por Chastain en “Interstellar” (la científica comprometida emocionalmente con su misión) y su personaje de madre sufrida en “El árbol de la vida”. El personaje de Adams es una perfecta combinación de ambas interpretadas, en el pasado, por Chastain.




En definitiva, “Arrival” es una muy buena película porque sabe generar momentos de suspenso a partir de escenas mil veces vistas en la ciencia ficción, pero que son sostenidas por un guion que aplasta los lugares comunes de ese género, creando una prolongada incertidumbre, siempre preparándote para resistir un golpe que ya viene. Todo esto es puesto al servicio del mensaje, ese que dice que los extraterrestres llegan y no podemos entenderlos, de modo que todo se reduce a una gran pregunta que, como humanos, no sabemos cómo responder porque no entendemos la relevancia de la comunicación.

La película de Dennis Villeneuve es un festival de ideas visuales, con muchos ecos a Kubrick y que combina muy bien las temáticas de “Contact”, la ambición de “Interstellar” y el mensaje grandilocuente de “El Árbol de la Vida”. Aquí, hay mucha carne para el Oscar.

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