Cuando ya no nos pueden ofrecer más alternativas relativas a
los superhéroes, aparece uno distinto y muy singular. Fox logró
desmarcarse, en el caso de “Deadpool”, de Warner y Disney con una promoción
fresca y estimulante para una cinta que casi no se hace (pero cuya secuela ya
tiene luz verde).
Sin ninguna expectativa más que ver al bicho raro de turno en
una tarde de verano, nos enfrentamos a “Deadpool” y me queda claro el porqué de
su enorme éxito;es un film brutalmente divertido, que sabe aprovechar los
puntos fuertes de un sorprendente Ryan Reynolds.
“Deadpool” se revela como una burla. A ratos es bien
obscena y sucia, pero se alza como lo más divertido que hemos visto dentro de
este mundillo llamado superhéroes. Si usted soltó una sola risa con “Green
Lentern”, por ejemplo, le aviso que “Deadpool” está varios escalones más arriba
en ingenio y locuacidad.
La gran ventaja con la que contaba ‘Deadpool’ sobre el resto
de superhéroes marcadamente comerciales, es que Fox aceptó dar libertad a sus
responsables para obtener la calificación R en Estados Unidos (para
mayores de 18 años) pero a cambio les permite ser mucho más provocativos.
No son pocas las películas que han desaprovechado esto, pero en “Deadpool”
apostaron por llevarlo al límite. El resultado es una avalancha de bromas,
bastante violencia sin suavizante para los más cautos. No voy a contar la
historia pero sí es muy atractivo que este superhéroe sea un terremoto locuaz,
casi no respira, por lo que hay avalancha de chistes sobre los “huevos” y otras
partes (aunque no todos funcionan). Algunos son muy divertidos -sobre todo los
relacionados con la ruptura de la cuarta pared-, otros son muy ocurrentes y la
mayoría son divertidos.
¿Quiénes serían los héroes de esta propuesta? son Rhet
Reese y Paul Wernick, ya que su guion resulta esencial para establecer el tono
necesario para que este festival de excesos sea recibido con beneplácito y no
como una simple olla de grillos más o menos simpática. No hay que restarle
mérito a Tim Miller, ya que demuestra una pericia notable para sacar
partido a su ajustado presupuesto ( 58 millones) en el diseño de producción.
¿Dónde radica la frescura del film? En la entrega de
Ryan Reynolds.
Con este “Deadpool” hasta nos olvidamos de la horrible “X-Men
Origins: Wolverine” porque encontró el personaje perfecto para sacar a lucir su
carisma, el que muchos pensaban que ya se había ido. Él es quien lleva todo el
peso, quien consigue mejorar los chistes. Además, se percibe el entusiasmo
del actor por el lado políticamente incorrecto de “Deadpool”, haciendo justicia
a una estupenda campaña promocional, fresca y rutilante, en lugar de esforzarse
en una más bien ridícula, para luego darnos un espanto de película, como
sucedió con “Zoolander”.
Como film veraniego, juguetón y poco serio, podemos
decir que “Deadpool” trastoca la fórmula típica, añadiendo diversión muy
adulta. Es una película de superhéroes pero dirigida a los malillos de la
clase, a esos que se sientan en el último asiento de la sala y le lanzan bolas
de papel a los mateos del curso.
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